¿No te sientes a la altura en una reunión? Prueba estas 4 estrategias

Entre las muchas conversaciones surgidas después del newsletter sobre los conflictos (gracias por los mensajes y los comentarios en Linkedin), una pregunta me impactó:

“¿Por qué cada vez que hablo en una reunión, tengo ansiedad de parecer a la altura?”

 Es una pregunta que, con toda honestidad, me he hecho también yo varias veces. Sentía sobre los hombros ese peso invisible que muchos profesionales conocen bien: un sobrecargo reputacional que no te imponen desde fuera, sino que te impones tú mismo, casi como si fuera una forma de autodefensa.

Entrar en una reunión, a menudo, era como entrar en una sala llena de espejos donde mi instinto natural ya no era comunicar, sino controlar:

  • cómo aparecía.

  • el efecto que habría causado.

  • que alguien al final me dijera: "buena intervención, Silvia".

Es una dinámica común entre managers y ejecutivos: hablar para legitimarse, más que para incidir.

Todavía recuerdo el consejo sencillo y directo de uno de mis primeros mentores. Nada de palabras grandilocuentes, solo dos verbos:

“Prepárate y alinéate”

Es decir: no llegues a una reunión improvisando, sino teniendo claro qué quieres aportar, qué impacto deseas generar y desde qué intención estás partiendo.

Con el tiempo, transformé ese consejo en una secuencia de 4 acciones que sigo usando antes de cada reunión importante, e incluso antes de un evento de networking en el que sé que cada interacción puede abrir (o cerrar) oportunidades.

Aquí van las 4 acciones.

Westend61/Getty Images

1. Conoce tu valor

Para ser creíble y demostrar que estás a la altura de la reunión, tienes que creerlo tú primero. De hecho, no basta con saber el contenido.

  • Tienes que saber por qué estás allí

  • qué aportas que sea solo tuyo

  • qué punto de vista puede enriquecer esa conversación.

Ese lugar te lo has ganado, pero debes seguir ocupándolo con conciencia, no para legitimarte, sino para incidir.

2. Prepara tu mente

Antes de la reunión, detente incluso solo un minuto y fija tres intenciones claras:

  • ¿Cómo quieres ser percibido?

  • ¿Qué tipo de presencia quieres proyectar?

  • ¿Estás entrando con pasividad o con intención? ¿Con timidez o con seguridad?

3. Refuerza tus competencias

En contextos con ejecutivos de alto nivel, si no sabes qué decir, la tentación de salir del paso con una “pregunta inteligente” es fuerte, pero no siempre funciona.
Mejor evitar intervenciones genéricas, y aportar hechos, datos y preguntas estratégicas. Trabajar en la preparación te permite hablar menos, pero de manera más incisiva.

4. Proyecta tu presencia, no solo tu rol

Estar presente y parecer estar a la altura de la reunión es una señal fuerte y debe comunicarse. Yo siempre recomiendo:

  • Encender la cámara. Esconderse no te hace más profesional.

  • No trabajar mientras los otros hablan. Si no los escuchas tú, ¿por qué deberían escucharte ellos?

  • Si la reunión es presencial, deja el ordenador sobre tu escritorio. Revisar correos mientras alguien presenta no es multitarea, es desalineación (y mala educación).

REFLEXIÓN FINAL

Sí, lo sé: prepararte para una reunión requiere tiempo... y ese es justo el tiempo que no tienes.
Pero es precisamente cuando te detienes antes, aunque sea solo unos minutos, y te preguntas con claridad qué valor quieres aportar, que empiezas a sentirte a la altura.

Y en ese momento, ya no necesitas espejos para buscar validación externa. Las certezas ya las has construido dentro de ti, con intención, no con ansiedad.

Hasta la próxima,
Silvia

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